Quien más quien menos, ha mentido a sus padres, profesores y, sobre todo, a los amigos cuando era pequeño. Los niños tienden a mentir constantemente sobre pormenores sin importancia de su día a día.
¿A qué se debe tanta mentira, aunque la mayoría de las veces sean mentiras sin importancia ni maldad? No es algo que se sepa con exactitud ni que tenga una respuesta única, pero sí que existen varias explicaciones.
Para empezar, debemos aclarar que la edad influye. Es decir, no es lo mismo un niño de 4 años, que suele mentir continuamente para no enfadar a sus padres cuando sabe que algo no va a gustar, que un niño de 7 a 9 años que ya tiene conciencia de haber mentido y se siente mal.
Existen, por lo tanto, una gran cantidad de motivos por lo que un niño puede acabar mintiendo, que podemos agrupar en tres grandes bloques que detallaremos a continuación:
Algunos de los motivos por lo que mienten los niños pueden ser imitar a los adultos, al observar que ellos mienten cuando les conviene; pueden ocultar la verdad para no hacerle daño a alguien o complacerlo, tal y como hacen los adultos que le rodean.
También pueden mentir por predisposición en su personalidad. Hay personas que mienten más que otras, o mejor dicho, de forma distinta a otras. Un niño tímido negará las cosas, mientras uno nervioso y con ansias de protagonismo tenderá a exagerarlo todo.
Por último, está la opción de que un niño aún no distinga, según qué cosas, lo que está bien de lo que está mal, y mienta por pura ignorancia, sin darse cuenta de lo hace. En ese caso, lo normal es que se corrija con el tiempo a base de observar las consecuencias que tiene no decir la verdad.