Es fácil responder cuándo naciste, quiénes son tus padres, qué posición ocupas en tu familia, a qué te dedicas, cuál es tu comida favorita, qué música te gusta, si prefieres el campo o la ciudad, pero…
¿Sabes quién eres?
¿Te has parado a pensar de qué estás hecho? ¿Guardas tristeza, rencor por algo?
¿Te gusta tu rutina? ¿Qué te pide tu esencia?
¿Cuál es tu esencia?
Aunque suene alocado…esas creencias que defiendes, los esquemas que rigen tu manera de estar y de hacer en el mundo ¿son tuyos? ¿Las maduraste tú o eran creencias de las personas que te educaron o admirabas?
¿Te has jubilado y has perdido algo así como tu identidad?
Somos quienes somos, gracias a un sinfín de experiencias y relaciones. Y lo más habitual es que sigamos adelante con todo, sin pararnos en el camino y mirar. Observar qué nos ha conformado, quiénes somos, por qué respondemos y reaccionamos como lo hacemos.
¿Quién eres tú como persona? ¿Qué cualidades destacarías? ¿Y aspectos a mejorar? Es importante que trabajemos en estas preguntas, porque al fin y al cabo, aquello que creamos de nosotros mismos, serán los cimientos de lo que construyamos en nuestro día a día.
Esta semana quiero transportaros al fantástico mundo del aceptarse a sí mismo. Ser quienes somos y amarnos por lo que somos. Porque seas quien seas, seguro que tienes mucho que aportar.